Después del minuto ocho - Sol Iannaci
—No se pudo haber muerto —susurro, con los labios temblando. Con la fragilidad de una voz al borde de quebrarse para siempre. Y otra voz dentro de mi cabeza, que se sigue riendo, agrega: ...Si el café en el diario todavía está húmedo. ...Si la discusión estaba en pausa. ...Si a la noche íbamos a ir a cenar.
Y otra voz dentro de mi cabeza, que se sigue riendo, agrega: …Si el café en el diario todavía está húmedo. …Si la discusión estaba en pausa. …Si a la noche íbamos a ir a cenar.