Tras el éxito extraordinario de El fin del amor, su ensayo de 2019, Tamara Tenenbaum presenta este libro de cuentos que obtuvo que obtuvo el premio Ficciones otorgado por el Ministerio de Cultura en 2018.

Dijo el jurado: “Hay una voz singular en los relatos de Nadie vive tan cerca de nadie y una manera de terminarlos que resulta muy atractiva. Al contrario del cuento tradicional, que cierra con bombos y platillos, los de este libro parecen desintegrarse; el final llega de repente, casi como un capricho, como si quien escribe simplemente se detuviera. Cada uno tiene su secreto empedernido, su forma del desasosiego. Voces encerradas en un pequeño laberinto de deseo: su mundo es todo lo que ven, y los contemplamos perderse en él, como insectos lamiendo vidrio”.

En estas páginas de un realismo crudo, irónico, perturbador, se cuelan escenas de la cultura judía con el telón de fondo del barrio porteño de Once. Contra él se recortan, un poco corridos, los personajes de un universo claustrofóbico, acaso autobiográfico, que tiene a la familia y a la comunidad como centro. A pesar de que allí todos parecen conocerse, el contacto genuino, la emoción abierta, el acercamiento sin mediaciones resultan esquivos e insuficientes. “Supongo que es algo muy de la época –afirma Tenenbaum-, la sensación de estar siempre rodeados de gente pero muy solos, cada uno en su baile. Casi todas las historias son deformaciones de historias de gente que conozco, anécdotas que me contaron o cosas que me pasaron a mí”.

Nadie vive tan cerca de nadie - Tamara Tenembaun

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Tras el éxito extraordinario de El fin del amor, su ensayo de 2019, Tamara Tenenbaum presenta este libro de cuentos que obtuvo que obtuvo el premio Ficciones otorgado por el Ministerio de Cultura en 2018.

Dijo el jurado: “Hay una voz singular en los relatos de Nadie vive tan cerca de nadie y una manera de terminarlos que resulta muy atractiva. Al contrario del cuento tradicional, que cierra con bombos y platillos, los de este libro parecen desintegrarse; el final llega de repente, casi como un capricho, como si quien escribe simplemente se detuviera. Cada uno tiene su secreto empedernido, su forma del desasosiego. Voces encerradas en un pequeño laberinto de deseo: su mundo es todo lo que ven, y los contemplamos perderse en él, como insectos lamiendo vidrio”.

En estas páginas de un realismo crudo, irónico, perturbador, se cuelan escenas de la cultura judía con el telón de fondo del barrio porteño de Once. Contra él se recortan, un poco corridos, los personajes de un universo claustrofóbico, acaso autobiográfico, que tiene a la familia y a la comunidad como centro. A pesar de que allí todos parecen conocerse, el contacto genuino, la emoción abierta, el acercamiento sin mediaciones resultan esquivos e insuficientes. “Supongo que es algo muy de la época –afirma Tenenbaum-, la sensación de estar siempre rodeados de gente pero muy solos, cada uno en su baile. Casi todas las historias son deformaciones de historias de gente que conozco, anécdotas que me contaron o cosas que me pasaron a mí”.