Hoy vamos a hablar de una hormiga, pero de una muy especial. Se llamaba Claudio Lepratti, le decían “Pocho” y a todos lados iba pedaleando en su bici. Como buena hormiga era solidaria, trabajadora, humilde y buscaba que todos y todas tuvieran lo necesario…
En diciembre de 2001, la Argentina atravesó una crisis económica tremenda que provocó que miles de trabajadoras y trabajadores perdieron su empleo: no había ni para comer, los bancos se robaban el dinero de la gente, hubo protestas, muertos y detenidos. En ese entonces, Claudio trabajaba de cocinero en una escuela y, cuando la policía comenzó a reprimir y tirar contra los manifestantes, trepó al techo del colegio y a los gritos les pidió que no dispararan contra los pibes, que ellos sólo querían comer. En ese momento una bala, injusta como toda bala, le pegó en la garganta creyendo así silenciar su voz para siempre.
El Pocho Hormiga, como le decían, comprendió de muy chico el significado de esa estrofa de nuestro Himno que propone ver en el trono a la noble igualdad. Es decir, que nos gobierne un igual, un ciudadano, un compañero que busque el bien común y no alguien que se crea superior. Aunque pasaron casi veinte años, Claudio Lepratti está presente y sigue pedaleando en cada lucha de cada hormiguita que sepa que la construcción de un mundo mejor donde quepan todos los mundos es lenta, pero viene…

Pocho Lepratti - para chic@s

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Hoy vamos a hablar de una hormiga, pero de una muy especial. Se llamaba Claudio Lepratti, le decían “Pocho” y a todos lados iba pedaleando en su bici. Como buena hormiga era solidaria, trabajadora, humilde y buscaba que todos y todas tuvieran lo necesario…
En diciembre de 2001, la Argentina atravesó una crisis económica tremenda que provocó que miles de trabajadoras y trabajadores perdieron su empleo: no había ni para comer, los bancos se robaban el dinero de la gente, hubo protestas, muertos y detenidos. En ese entonces, Claudio trabajaba de cocinero en una escuela y, cuando la policía comenzó a reprimir y tirar contra los manifestantes, trepó al techo del colegio y a los gritos les pidió que no dispararan contra los pibes, que ellos sólo querían comer. En ese momento una bala, injusta como toda bala, le pegó en la garganta creyendo así silenciar su voz para siempre.
El Pocho Hormiga, como le decían, comprendió de muy chico el significado de esa estrofa de nuestro Himno que propone ver en el trono a la noble igualdad. Es decir, que nos gobierne un igual, un ciudadano, un compañero que busque el bien común y no alguien que se crea superior. Aunque pasaron casi veinte años, Claudio Lepratti está presente y sigue pedaleando en cada lucha de cada hormiguita que sepa que la construcción de un mundo mejor donde quepan todos los mundos es lenta, pero viene…