Despúes de un asado familiar, a la hora de viscosa de la siesta, una chica y su novio se escapan para ir a un telo. Después del sexo se mira en el techo espejado sobre la cama y se ven como un matrimonio anciano. De a ratos, usan un desgano prehistórico, el mismo con el que pasan las fotos de un álbum en Facebook. Él le cuenta cómo su padre lo abofeteó: primero así, después así y de nuevo así, la mímica del golpe humillante que se discribe ihual que la mímica del sexo, esa coreografía antigua y vital que la narradora, a pesar de su juventud, aprece conocer de antes, de otra vida, de otro tiempo y que jamás la obnubila.

En la línea valiente y melancólica de Milena Busquets o el desprejuicio sensual de Miranda July, estos cuentos diseccionan la crudeza y el espanto del amor y la violencia de sus contradicciones: esos pasadizos oscuros como los de un tren fantasma por los que deambulan madres, padres, hijos. Personajes que para crecer se abrazan a la deriva y al desencanto.

Como una joven sabia, insobornable y piadosa, aguda y delicada, Olivia Gallo cuenta con distancia lo que pasó ayer. Aleja el pasado, lo retuerce, lo estira, lo saborea como un caramelo ácido, se deja conmover o irritar, pero no tanto como para llorar. Nunca para tanto

Las niñas no lloran - Gallo Olivia

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Despúes de un asado familiar, a la hora de viscosa de la siesta, una chica y su novio se escapan para ir a un telo. Después del sexo se mira en el techo espejado sobre la cama y se ven como un matrimonio anciano. De a ratos, usan un desgano prehistórico, el mismo con el que pasan las fotos de un álbum en Facebook. Él le cuenta cómo su padre lo abofeteó: primero así, después así y de nuevo así, la mímica del golpe humillante que se discribe ihual que la mímica del sexo, esa coreografía antigua y vital que la narradora, a pesar de su juventud, aprece conocer de antes, de otra vida, de otro tiempo y que jamás la obnubila.

En la línea valiente y melancólica de Milena Busquets o el desprejuicio sensual de Miranda July, estos cuentos diseccionan la crudeza y el espanto del amor y la violencia de sus contradicciones: esos pasadizos oscuros como los de un tren fantasma por los que deambulan madres, padres, hijos. Personajes que para crecer se abrazan a la deriva y al desencanto.

Como una joven sabia, insobornable y piadosa, aguda y delicada, Olivia Gallo cuenta con distancia lo que pasó ayer. Aleja el pasado, lo retuerce, lo estira, lo saborea como un caramelo ácido, se deja conmover o irritar, pero no tanto como para llorar. Nunca para tanto